sábado, 23 de octubre de 2010

Rescato tu voz

Tanto te amé
                         como amo recordarlo 
riendo avanzaré en la oscuridad.

Rescato el viso de tus ojos,
en la noche del pozo que no entrega el agua, 
yo rescato tu voz,
rescato tu boca entre miserias,
tus brazos rescato, 
tu pecho y 

todo lo vivido entre los dos
apresaré en mí,

desesperadamente,

porque todo se me está escapando con la vida, 

y yo no quiero morir antes. 

martes, 19 de octubre de 2010

PREMONICIÓN - Oda al bailaor de flamenco

A mi amigo el bailaor mexicano Alonso Real


I    
¡Silencio¡
¡Silencio¡
Dejad oídos al cristal de sangre
que se aproxima desde lo lejos,
como una espiga que no respira
como un niño en mis brazos muerto.
De oscuro desfiladero se aproxima
un hombre ebrio,
pulsa una sombra
sus tacos
y erguido entre silencios,
que acribillan sus caderas
¡qué muslos¡
¡qué garbo¡
cintura trémula
como vísceras  en llanto.

II
Su torso para sorberlo paso a paso,
cómo estremecen tablaos
su pasión que devora a la flor,
roja gota hierve en su alma
y la flagra en un botón
que se despliega
con  delirio de mascarón
en la mar llena
de peces y estrellas,
y sus tacos gimen su corazón.  
¡Qué peñascos levantaron sus oídos
como perros ¡
¡Qué vastas tierras aplastadas por el sol
perturban a mi sexo¡
con su acorde puro seductor
danza tu danza bailarín varón
que tus relieves no fatiguen
y el tejido de tus manos disuelvan
ese extasiado esplendor,
en el aire acaudalando la magia
del rebenque,
galopa tu cante
moreno gitano indio bailaor
qué llevas caballos briosos
en tu apasionado esternón
sigue como un orgasmo tu baile
mueve cabellos al son,  
lánguido tu rostro ante la voz.

III

Hembra garbosa anhela tu discreta promesa
y  levanta sus  abalorios,
gentil torea sutil tu hormona
quiere unirse a tu escaramuza,
ser  dos sombras disueltas
bajo  lunas silvestres
del bailaor
que de infinita y rotunda constelación
de un ebrio cielo nació
bailaor,
aquel  vigoroso varón.

lunes, 18 de octubre de 2010

Posesión

Sola.

Arden tus ojos,
adivino,

porque sepulta vibra una estrella
su mueca en mi autopsia,
y yo asciendo como una raíz al aire.

Sola.

Arden las ondas
de nuestros vientres 
al sol como  gaviotas.


Lleno estás, no finjas un luto
cuando los silencios estallan
la blanca lava
y vidrios queman tus yemas

y el piano solitario gime un clamor

del deleitoso furor de tu sangre
colmada  en mi bahía.

Somos dos embarcaciones
en el único sitio disponible.

Soy yo el volcán azul intrépido
que rompe su tela mentirosa,
te enciende tornadizo
vibrante sobre mi ombligo. 

jueves, 14 de octubre de 2010

Escribe así, Poeta



Sigue escribiendo
como la hierba se moja,

acantila en un lucero los vulgares rincones,
hazlo como tú quieras,

que yo seguiré acá poniendo el oído a tu tromba
de cosmos con lunas y soles,
no olvidando el nuevo planeta encontrado,

quizás de allí llegas,
temprano escudo de mis monstruos, 
que nadie me impida besarte la pluma que rezan tus manos
y describes un mundo 
que acelera
el chúcaro córcel de mis apuestas
y del alma violeta
que navega 
sin  etiquetas sin tiempos,

hazlo,

varón da la dicha a la espina,
para que no desvirgue el sacramento
secreto de los glifos que estilan iluminaciones, 

estaré hasta que bese el papel 
diosa ofrendada
que susurra en tu vientre 
el deseo más fuego
como si fuera robado. 



jueves, 30 de septiembre de 2010

Poema Océano

Te ofrezco
la flor almibarada
donde nutrí a mis hijos,

hinchada magnitud perpleja
de  un capullo a punto
de abrir su seda.

Te ofrezco  entrelazada
la llaga del tormento y tu memoria
que hará encender la veta más preciosa
en la  piedra hueca
que tu llenas.

Encañado trigal
entre el aire y mi cuerpo,
somos dos acaudalados
hacia el océano. 

martes, 28 de septiembre de 2010

Creí

Yo no creo en las estatuas, 
las estatuas son dioses que nunca he conocido, 
que nunca han padecido frente al mar al mirarse el corazón. 
Javier Bello


Creí que ya ninguna luz quemaría
mi cabeza
hasta donde el pensamiento
alza su voz de hierros que punzan.
Creí que el camino se había deshecho
con mi cuerpo en una urna viviente,
y hoy tus ojos me miraron
en la oscura posibilidad de atrapar
la eternidad,
esa  calle atiborrada de los dos.

Así he volado de la lumbre antigua,
revolcado mis alas enfermas.

Tu miembro lleno lo he tenido 
confundido a  mí.

Escapar de mi nudo 
será huir del sol,
¿si no tuya de quién?,
y besarte cada dedo
en los silencios.

La llama comienza
a ser lábil otra vez.

lunes, 27 de septiembre de 2010

Yo te digo

Cansada está la última noche.
Amarrada a la proa de los cóndores,
a la loba que me has hecho
¿quién goza  al fin el testarudo vigor
que me robas?
Yo te digo, amado mío,
qué atardeceres de las horas ciegas,
qué ciegas melodías ensordeces
para mí,
qué sordas sirenas de los buques
afincados al lado de mi cuerpo
y tú ausente no llegas a la playa,
ni a la roca me tumbas,
para amarme, diosa, escuálida
y triste,
¡qué hilos cortantes amarras como
adornos a mi cuello¡,
yo sangro en esta hora por mi lengua,
muda como un luto, y extendida
cruz luciente en el fondo de mi seno,
hambrienta Ifigenia con sus ojos
negros se resigna a tu olvidado tiempo.

Muere, muere algo en mis huertos,
dulce alondra derrite el convento,

a la intemperie me he quemado
y he volado con mi derruido plumaje.

Soy, desde ayer,
árbol talado,
y es olvido,

allí está mi seductor pabilo
que me arrastró hasta el murmullo de su acento
y su amnesia es bruma
con mi nombre
a destajo rompe el frío
y yo me vacio en convulsiones,
amándote, queriendo tener tu nombre,
que sólo es sangre que escurre
y  me cava el alma
hacia la luz anónima
de  la culpa.


Un soneto para ti

Tu noche tibia se anida en mis brazos
yo te palpo, te busco y te beso
en mis ropas modestas  te abrigo,
yo doncella, tú carnívoro, hambriento.

Cuánto un día ha juntado el laberinto
muchacho mío cansino en el cielo
me has llevado a cerrar el postigo
y he caído ingenua en tu pecho.

Maravillosa es tu voz de verdad,
pues nací con bozal y mentí
bracearé hasta ti, de ti quiero morir.

La voz del murciélago sólo es la luz
acerca el quinqué a mi pubis febril
que no he de temer embriagarme de ti

domingo, 26 de septiembre de 2010

Ave de mar

Cómo conoces el chorro de sangre infinito que asfixia
vísceras de mujer,
y yo sé cómo el hombre debilita su fuerza,
esa jactancia infantil que aternura;
me dejas libre porque la libertad es vasta prisión,
y yo  no soy ave de mar que girando la cresta encuentra los límites.


Azuzo a tus toros.

jueves, 16 de septiembre de 2010

Amenaza


...poseer la ceguera de la nieve, de sus bestias gemelas y enterrarlas.
Javier Bello


Seda tu torso retoza a mi lado
oh, muerdes mis hombros
y arenas despliegan
radares ,
muerdes mi vientre y tu mano
estudia silvestres carozos,
recoges mi nuca
desnuda,
se deja tender en  tu brazo
tu vello que besa mi lengua,
tornas mi espalda y aprietas mis nalgas
cubre la bruma morena mimosa
tu gata,
retoza bajo tu boca chupas mis labios
y nuevos planetas
orbitan
nuestro tapis su pelusa.
Cómo recorre mis ingles
tu boca,
mi pubis
ondula  anhelante,
desbordo tus  alas estallan las pulpas
mi boca te atrapa
y mi pubis te encuentra
se pierde
te encuentra,
mi boca mi cara mi seno,
una amenaza me espera a tu  vera
tu poro,  sudor, fuego,
caramelos latientes nuestros
algo revienta en tu frente,
algo atenta en mis pechos
algo que besas
zumo caliente escurre desde tus venas,
lleno lleno como un cuerno
tiembla su furia y mi furia
entre 
columnas.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Dormida marea

Te gustaría que yo fuera más serena,
divina y sometida,

acaso
una virgen enferma
en  perdidas
laderas.

Me conoces.

La noche es una loba negra
y extiende sobre mí
su crin cómplice,


el ímpetu desgañita
las ansias
de esquilmar la tierra.


La  mar es ancha perla
desvestida y sola

soy su dormida marea,

pero mi sangre se agolpa como esa loba
voluptuosa espuma
desnuda bajo la sombra,

luna 
cadenciosa que ilumina 
la selva,
gineceo mío
que desboca y alborota.

Brilla el muslo que besas,
y yo hilo en el huso
tu sombra. 




Siembra


Siembra tu descaro en mí.
Arqueada mi espalda,
tómame.
Mueve tu arcoiris
en mis suaves nalgas.

Con tu astro altanero,
custodio de humanidad,
hagámonos serpientes
y mordiscos.

Siémbrame,
ara tu tierra breve y sencilla
tu hoz escarde en los esquilmados huertos
y tu homenaje estalle en aquel anhelo.

Moremos en la hoguera
muévete en tu volcán
escancia tu lava
muerde esa aventura
tiránizame
enrédame a tu cuerpo,
bébeme el rocío
luego vuélvete al Olimpo.

Lúbrica esa tarde
de lluvia y silencio.

Hombre mío encantamiento
y tributo del cielo.

Indio


Indio hermoso
moreno mío,
manantial ancho detenido
esta mañana te he tenido
entre mis labios.

Tu mirada ha mirado por mis ojos
lo desperdiciado del mundo,
y has olvidado un segundo
la miseria en mi piel.
He sentido un ápice fino y dulce
que me atormenta,
tu  lengua ha lamido un infinito
y me has dicho:  ¡ ámame  mujer¡
¡toma de mí cada lunar,  cada vello
ensalívalo¡
¡cada poro y su sudor, ámalo,
mujer, libérate en mi pecho¡
¡deja mecerte¡

Mi boca muerde tu boca,
nuestras lenguas se revuelcan furibundas
hasta sentir erecto el trigo que empieza
a amanecer
en la fresca hondura de la aurora.

Soy la amanecida,
mañanera de tus sueños,
exquisito mío, exquisito mío,
oh¡  maravilloso manjar que quema.

Poema II

Dulce el viento
esta noche sola,
mi piel no bebe
y te espera ansiosa,
no hay gránulo
en mi vientre
y yo te deseo.

Acerca tu cuerpo
como un brioso corcel a mis pechos
y muerde su leche,
hombre, 
yo te amo,

hazme tu flor de penumbras
ábre este  cáliz y bésame
penetra la luz que persigues
aplasta mi  frente y sigue
hasta donde tú quieras,

espero ansiosa el  mentón
mientras el susurro de tu voz
gime en mi hombro,

asciende y deciende
sobre el huerto

y yo espero  colear
sobre esta estera
que he bordado
con tu nombre.

Deséame 
soy tu  placer

te haré un altar
para invocarte
entre ligados hatos, 

y estas ansias
de besar tus muslos

me dejen y
contemple la lluvia


cómo evapora. 

Fría espada

Te ofrendo 
esta copa de nieblas,
púlela con tu dulcedumbre,
con tu desnudo
resplandor  me queme,
que la niebla se disipe,
que el cristal brille.

Fuiste mi primera vez,
fui tu primera vez,
besa los oscuros arreboles que urden tu pudor
sobre ellos.

No olvides la clerical
campana que bostezó su silencio
cuando una carne libre se entregó
en los conventos.

Todo te consiento,
abro las hojas del fruto,
te envuelvo tronco,
gime,
gimo encendida de luz serrana.

Roza mi espalda tu fría espada,
y un relumbre de filo gritará
y mi caparazón habrá envuelto
tu pudor
que agoniza en mi jubiloso cuerpo
derramado sobre un lecho
como un día fue.