domingo, 26 de septiembre de 2010

Ave de mar

Cómo conoces el chorro de sangre infinito que asfixia
vísceras de mujer,
y yo sé cómo el hombre debilita su fuerza,
esa jactancia infantil que aternura;
me dejas libre porque la libertad es vasta prisión,
y yo  no soy ave de mar que girando la cresta encuentra los límites.


Azuzo a tus toros.

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