miércoles, 15 de septiembre de 2010

Poema I

Déjame en las algas de la playa
sucia.
Entrégame tu beso incondicional,
fornica con tus ojos bellos
el batir brusco en la gaviota,
cúbreme con una bruma hipócrita,
pero no menos placer.

Déjame en las aguas sagradas revolcándome
te entrego la morada y riega sus amapolas
sucumbe en mis pechos niño y hombre,
porque no conozco otro fuego corcel de horizontes.

Déjame el perfume que persiste más allá del amor,
el que tu lengua roza por las orillas de los templos,
gira escurridizo reptil que no alcanzo a nombrarte
enrédate a la seda de mis muslos
tu libro de páginas abiertas
y  en cada hoja escrita con tu siembra.

Déjame la palabra más bella
con su dulce melodía mentirosa,
ponme todas tus voces gloriosamente sabias
en mis pechos salobres.
Pues,
de todas tus mentiras no agotaré mi oído,
seguiré ondulando
por cada palabra dicha y me provoque.

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