jueves, 30 de junio de 2011

COMPASES DEL AIRE

Cambió los compases del aire
en mi sombra

entre el frío y la luz.

En mi casa
sus pasos 
perduran
ahora,


como ceniza en los techos
y un poco de agua
a los pies
de algún tronco. 

Abro las  cortinas cada amanecer
para imaginar 
que nuestra conversación
comenzará como  la noche anterior


"la vida no fue un rumbo desviado
al desierto, 
ni la muerte es ajena
a la algarabía". 



Acudo a su cuarto
y su risa es un niño que ríe dormido,
que habla y que reza

lo contemplo y
despierta,

enredo en mis dedos  su pelo,
beso su halo,

nada más


que hablar suavemente
en su  mundo de aromas


a fruta de árbol
                         intacto,


retoños jugosos

su cuerpo,  
que una brisa conduce a  llanuras
y enciende
el mohín tedioso de olvido;

en  calles veo sus manos

finos dedos 
que una danza agita,

así,

yo comprendo que puedo soñar
su rumbo conmigo
por rumbos ordinarios

en un mundo que muerde 
sus cálices,

y una flor
     lúcida
que     
        el tiempo
marchitará
                lejos


entibiará
mis últimos lugares.

1 comentario:

A chuisle dijo...

¡Bellísimo! poeta-amiga, de una ternura, fuerza e intensidad que sobrecoje. Hace carne un sentimiento que se percibe indeciso como el viento y como el mar. Y como ellos, deja huella.